sábado, 30 de mayo de 2009

Los dos amigos y la sirena

Se cuenta que hace mucho tiempo, en el puerto de Ilo, ubicado al sur del Perú en el departamento de Moquegua, vivía Alberto , un pescador.
Un día Alberto salio de faena al mar con su lancha, junto con su mejor amigo de nombre Pío.
Estando ya en altamar, Alberto sintió cansancio por las largas horas que navegaba. Al llegar la noche y preocupado porque no habían pescado nada, decidieron regresar al muelle Fiscal y desviando la proa, enrumbaron a sus casas. Pasada media hora, ambos amigos escucharon una melódica canción en medio de la noche y el brillo del mar que provenía de un conjunto de rocas.
Ellos pensaron que era el viento con el vaivén de las olas y no le dieron importancia al sonido.
Pino, remando más despacio, decidió ver que animal provocaba tan bello sonido y divisando a una sirena hermosa con cabellos cristalinos, ojos brillantes y con una silueta de mujer inigualable, ella llevaba entre sus manos una varita que daba buena suerte.
Pío se puso a pensar en ese momento en los rumores de vertían otros pescadores de la suerte y la fortuna que traía la varita de la sirena.
Entonces decidió arrebatarle la varita a la sirena. Antes de hacer ello, la sirena se zambulló al mar. Pío dio un salto, tomó la varita y de otro brinco volvió a la lancha y remando como nunca antes lo había hecho, y se alejó de ese lugar.
Alberto le preguntó el porqué de aquella acción tan peligrosa a su amigo y este le respondió y solo estaba ejercitando los músculos y así en medio de la conversación se dirigieron hacia el muelle.
Estando en el muelle Fiscal se bajaron los dos apresurados para tomar café en la casa de Pío.
Cerca de las dos de la mañana, Pío no podía dormir tranquilo por la acción que había realizado en el mar y mientras pensaba , nuevamente escuchó la melodía. Él se levanto asustado y miró por la ventana, era la sirena que lo llamaba entre las olas del mar y el oscuro ocaso.
Pío salió a pasear para borrar el miedo que llevaba dentro. Se encontró con Alberto y decidió contarle lo que venía ocurriendo todas las noches.
Alberto, le dijo que la última vez que fueron al mar, saltó de la lancha y vio que había cogido algo brillante ¿Qué era?-preguntó- no era nada –dijo Pío.
Sin haberle creído Alberto le respondió: “Esa es la varita de una sirena y mientras tú la tengas te traerá mala suerte; es mejor que la devuelvas antes que pase más tiempo, porque cuando la llegues a tocar, en el Mar te va a pasar algo muy malo”.
Después de la conversación, Pío regresó corriendo a su casa, cogió la varita y se fue a tirarla al mar en un lugar muy alejado para que nadie lo viera. Pero en su mala suerte pisó un pozo de agua. De inmediato, Pío se convirtió en una inmensa peña.
El poder de la varita hizo que desde ese día, ese lugar se convirtiera en una piscina natural de aguas quietas y cristalinas conocida actualmente como Puerto Inglés.

Autor: Anónimo

El vengador espíritu pirata

Narran los pescadores con más experiencia del varadero artesanal de Ilo, que Puerto Inglés , playa ubicada al sur de la ciudad, fue como una especie de fuerte y desembarcadero pirata.
Los piratas desembarcaban aquellos tesoros que sustraían de los navíos de la corona española en una fortaleza peñosa construida por la propia naturaleza, la cual hallamos en el cerro de peñas que se encuentra ubicado frente a la playa.
Como era costumbre, después de haber atacado un navío real, la tripulación pirata quedaba maravillada de tanta riqueza , todos los objetos eran de oro y decorados con rubíes.
Al día siguiente de cada robo, el capitán de la embarcación declaraba los tesoros y a la vez los demás daban fe de protegerlo de cualquier amenaza inclusive sacrificando sus vidas.
Una noche Gulibert uno de los piratas, presionado por la codicia de la mujer que amaba, sustrajo un cofre. Al ser descubierto por sus compañeros, huyó despavoridamente rumbo al cerro de peñas con la finalidad de esconderlo, y así lo hizo.
No había pasado mucho tiempo y Gulibert fue detenido por el capitán, quien ordenó castigarlo por la traición, lo cual era castigado con la muerte, y así lo hicieron. Degollaron a Gulibert y condenaron su espíritu a la protección infinita de los tesoros.
Transcurridos los años, nadie se atrevía a buscar el baúl. Gulibert recorre las inmediaciones del cerro de peñas , decapitado , debido al castigo que le dieron.
Se dice que su espíritu seguirá penando hasta reunir la cantidad de vidas que tenía la tripulación pirata a la que pertenecía. También dicen que aquel que encuentre o trate de encontrar el baúl del tesoro será maldecido como Gulibert.
Autor: Anónimo

La leyenda de María Sosa

Esta es la historia de una roca que se encuentra en el valle y tiene forma de mujer subiendo un cerro, ella parece llevar un bebé.
María Sosa era una mujer que vivía en el valle y estaba casada con el señor Pedro Tuntes. Su madre era una persona muy importante porque agasajaba a las personas que la visitaban.
Cierto día una de las autoridades de Moquegua llegó a su casa y no tuvo qué prepararle ; así que fue a la casa de su hija para solicitarle su ayuda. Le pidió una res para agasajar al ilustre visitante.
Maria Sosa habló con su esposo y él le dijo que no, porque su madre gastaba demasiado en aquellos recibimientos. Al ver la negativa de su hija, la señora aguardó a que llegara la noche e ingreso al corral para sacar la res, pero en la oscuridad no se dio cuenta que iba por unos matorrales, los cuales le causaron profundas heridas en el cuerpo y al no poder curarlas murió.
La gente murmuraba sobre la muerte de tan amable señora y culpaban a Maria Sosa por negarle el animal.
Pasado el tiempo, misteriosamente Maria Sosa desapareció del valle , nadie la pudo encontrar . Ella tenía un corral en el cerro, pues allí se encontraba abundante pasto. Las personas pensaron que tal vez María estaba en su corral porque cuando se aproximaban notaban la presencia de unas extrañas piedras que nunca estuvieron en el lugar. Una de esas piedras tenía la forma de una mujer que cargaba a su hijo en la espalda. Entonces los pobladores comprendieron que se trataba de María Sosa y sus animales.
La madre fallecida, antes de su muerte maldijo a su hija, al esposo de ella y a sus animales.
Autor : Anónimo

El misterioso museo del Algarrobal

Los que viven cerca del ahora museo del Algarrobal , cuentan que hace mucho tiempo , en la provincia de Ilo en el distrito del Algarrobal se construyó una vivienda que tenía como finalidad convertirse en museo.
Al término de esa edificación, empezaron a implementar el interior de la vivienda con algunos restos que dejaron los hombres antiguos que vivían en ese lugar.
A pesar del tiempo transcurrido, se dice que al promediar la media noche, se oían voces y sonidos como si estuvieran trabajando en una chacra , cuidando el ganado, y lo más misterioso es que se escuchaba el ladrido de un perro. Es por esa razón, que ninguno de los que cuidaban el lugar se atrevía a entrar a la casa.
Cierto día uno de los vigilantes junto a un arqueólogo, se atrevieron a entrar al lugar. Esperaron hasta media noche y al toque del reloj que marcaba las doce empezó nuevamente el bullicio. Entonces vieron que de pronto se le apareció un perro que ladraba, mientras ellos caminaban por el museo. Pasados unos minutos, desaparecieron las voces y aquel ladrido .Los hombres se tropezaron y con mucho miedo se levantaron. Lo único que ellos deseaban en ese instante era salir de aquel lugar.
Al día siguiente, los hombres se pusieron a cavar, y encontraron que dentro de aquella excavación los restos óseos de una persona con sus bienes, acompañado del esqueleto de un perro.
Consultando a los pobladores del lugar, los hombres se enteraron que en ese lugar hace muchos años vivieron hombres llenos de bienes y que tenían como guardián un perro. Esos hombres son conocidos como los Chiribaya.
Desde entonces, es común para aquellos pobladores escuchar los ladridos del perro y aquellas voces misteriosas. Muchos dicen que el perro sale del museo y va a tomar agua del río los días martes y viernes al promediar la media noche.
Autor : Anónimo